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Santo Evangelio de hoy – Lucas 11,42-46. (Cuidar el corazón de la hipocresía)

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «¡Ay de ustedes, fariseos, que pagan el impuesto de la menta, de la ruda y de todas las legumbres, y descuidan la justicia y el amor de Dios! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello. ¡Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar el primer asiento en las sinagogas y ser saludados en las plazas! ¡Ay de ustedes, porque son como esos sepulcros que no se ven y sobre los cuales se camina sin saber!» Un doctor de la Ley tomó entonces la palabra y dijo: «Maestro, cuando hablas así, nos insultas también a nosotros». Él le respondió: «Ay de ustedes también, porque imponen a los demás cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni siquiera con un dedo».

Palabra del Señor.

Reflexión del Evangelio de hoy por el Papa Francisco.

«Cuida tu corazón de la hipocresía y las vanidades.»

Sobre las lecturas de hoy, vemos que «como en ese entonces para los fariseos, existe también para nosotros el peligro de creernos en lo correcto, o peor, mejores de los otros por el solo hecho de observar las reglas, las usanzas, también si no amamos al prójimo, somos duros de corazón, somos soberbios y orgullosos».

La observancia literal de los preceptos es algo estéril si no cambia el corazón y no se traduce en actitudes concretas: abrirse al encuentro con Dios y a su Palabra, buscar la justicia y la paz, socorrer a los pobres, a los débiles, a los oprimidos.

Todos sabemos: en nuestras comunidades, en nuestras parroquias, en nuestros barrios, cuánto daño hacen a la Iglesia y son motivo de escándalo, aquellas personas que se profesan tan católicas y van a menudo a la iglesia, pero después, en su vida cotidiana descuidan a la familia, hablan mal de los demás, etc. Esto es lo que Jesús condena porque es un anti testimonio cristiano.

En las Lecturas de hoy, observamos que Jesús focaliza la atención sobre un aspecto más profundo y afirma: «Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre». De esta manera subraya el primado de la interioridad, el primado del corazón: no son las cosas exteriores las que nos hacen o no santos, sino el corazón que expresa nuestras intenciones, nuestras elecciones y el deseo de hacerlo todo por amor de Dios.

Las actitudes exteriores son la consecuencia de lo que hemos decidido en el corazón. No al revés. Con actitudes exteriores. Si el corazón no cambia, no somos buenos cristianos. La frontera entre el bien y el mal no pasa fuera de nosotros sino más bien dentro de nosotros, podemos preguntarnos: ¿dónde está mi corazón? Jesús decía: «tu tesoro está donde está tu corazón».¿Cuál es mi tesoro? ¿Es Jesús y su doctrina? Entonces el corazón es bueno. O el tesoro ¿es otra cosa? Por lo tanto, es el corazón el que debe ser purificado y debe convertirse.

Sin un corazón purificado, no se pueden tener manos verdaderamente limpias y labios que pronuncian palabras sinceras de amor, todo tiene un doblez, una doble vida, labios que pronuncian palabras de misericordia, de perdón. Esto lo puede hacer solamente el corazón sincero y purificado. (Reflexión del Evangelio de hoy. Ángelus, 30 de agosto de 2015.)

Oración del día para el Evangelio de hoy.

Señor, pongo en tus manos todo lo que soy. Te pido fuerzas para afrontar mis retos con un espíritu de lucha. Dame discernimiento para saber identificar lo que conviene a mi alma.

Líbrame de la trampa de querer buscar elogios y no atarme a vanidades. Líbrame del deseo de ser reconocido sin ocuparme siquiera de alimentar mi alma con los tesoros del Cielo.

Pon en mi interior un corazón puro que sea manifestación de tu Amor y de tu Verdad. Amén.

Propósito del Evangelio de hoy.

Si hay algo que puede afectar mucho la vida de un cristiano, es dejarse atrapar por las vanidades. Buscar elogios y tener un deseo de ser reconocido en el mundo.

Frase de reflexión.

«La ternura es el amor que se hace cercano y concreto. Es un movimiento que procede del corazón y llega a los ojos, a los oídos, a las manos. La ternura es el camino que han recorrido los hombres y las mujeres más valientes y fuertes.». Papa Francisco.

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