Amado Dios, qué bello es poder despertar y saber que Tú siempre estás conmigo, en el día y en la noche, en la alegría y en la tristeza, en la calma y también en la tormenta. Padre eterno, te suplico que tus manos nunca me suelten, que tu gracia nunca me falte, que tu consuelo me llene de valor en medio de la angustia y que tu alegría borre cada uno de mis pesares. Señor, por favor bendice mis planes, mi casa, mi familia y a las personas que amo. En el nombre del Padre, del Hijo del Espíritu Santo. Amén.
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